Estos días las empresas exportadoras están pendientes del tema Rusia y Ucrania. Al principio las noticias lanzaban los mensajes inquietantes para las empresas que comercializan con Rusia.
Se hacían las preguntas: ¿Habrá sanciones? y ¿Cómo les va a afectar? Y todavía no tienen la respuesta. No obstante, y a pesar de estas noticias preocupantes, las relaciones comerciales con Rusia siguen su cauce habitual. El flujo de exportaciones e importaciones no se para.
Por otro lado, todo este ambiente de crispación política, como una nube negra que amenaza con una tormenta inminente, ha provocado inquietud cara a futuro para los inversores alterando el tipo de cambio de euro ante el rublo ruso. Por lo que ponía en jaque algunos contratos de exportaciones a Rusia encareciendo el coste de los productos importados en el mercado ruso.
Pero ya el 2 de febrero el tipo de cambio del euro al rublo ruso, que a finales de enero solo dibujaba la línea con pronóstico a crecer, ha vuelto a bajar.

A las empresas que llevan trabajando con Rusia durante años, y tienen una relación comercial estable con sus clientes, todo esto no afecta tanto. Están acostumbradas a los altibajos del mercado ruso.
Sin embargo, aquellas que están con los proyectos en etapa de iniciación o con planes a futuro es un momento complicado. También esta situación dificulta las negociaciones de precios de los productos (por el tipo volátil de cambio de divisas) y las condiciones de los nuevos contratos.
Quiero lanzar un mensaje positivo. Trabajando muchos años con el mercado ruso la práctica me muestra que las crisis de todos tipos marcan solo una etapa, pero el comercio internacional con las empresas rusas es continuo. Hay que mantener la calma y armarse de paciencia.
En estos momentos las empresas rusas siguen interesadas en conocer nuevos productos y en importar los materiales que necesitan, por lo que las relaciones comerciales con Rusia siguen avanzando y creciendo.